sábado, 2 de agosto de 2014

Yo sueño


  • Sueño con cuidarlo, prepararle su café, abrigarlo. Ponerle una mantita cuando tenga frío, apapacharlo cuando tenga que trabajar desde casa, cocinarle, atenderlo.
    Alucino a ese hombre, lo he soñado así. A mi lado, despertando juntos, riéndonos, jugando, cuidándonos.
  • Comencé a odiar el reloj cuando da las 3 de la mañana, lo recuerdo demasiado y no estoy pensando en el, solo aparece, porque se ha adueñado incluso de mi mente. Me pregunto cuando acabará esto, pero no tengo respuesta.
  • Ya no veo su facebook, ni las fotos de amigos donde el aparece. Trato de desintoxicarme de el, pero siento que es imposible. Leo a Benedetti y más pienso en el. Odio la palabra normal, como nunca hubiera pensado. Odio el café porque me trae su olor, su olor a madera fresca, a uvas maduras, a el.
  • Tengo su olor anidado en mi cerebro, su risa atormentando mi mente y su forma de llamarme, ay su forma de llamarme, cantando. Yo no era Dina, era Diiina. Como amaba su forma de llamarme, su voz, ronca y fuerte, como el. Esa voz que me estremece toda.
  • Comencé a odiar las madrugadas, comencé a odiar dormir, porque de alguna forma aparece, metido entre mis sueños, diciéndome en ellos que estoy loca. Así como lo hizo en la vida real. Estoy loca si, ahora no lo dudo.
  • Debo haber estado loca para dejarme vencer por tu terquedad, y no seguir mis impulsos. Por primera vez me dejé vencer, no quise luchar, y es que como dice Pablito Milanés: El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y el amor no lo reflejo, como ayer. En cada conversación, cada beso, cada abrazo, se impone siempre un pedazo de temor...
  • Eso es, es temor, la edad pesa, y lo digo por mi edad, no por la tuya, por mis miedos, no por los tuyos, porque como dice Benedetti otra vez: No te quiero por tu cara, ni por tus años, ni por tus palabras, ni por tus intenciones. Te quiero porque estás hecho de buena madera.
  • Porque hueles a madera y yo solo quiero ser tu barniz.