viernes, 17 de julio de 2015

El pedacito del corazón

La vida suele ser una paleta de pintor. Tiene colores claros y oscuros, tonalidades y mezclas diversas.
La vida es cruel, pero también es bella, puede ser hermosa y también odiosa.
Imagino las miles de cosas que pasan por la mente de quienes ya no quieren vivir, también las cosas que pasan todos los que quieren seguir viviendo.

A veces uno puede analizar tanto en un viaje de combi, y agradecer no haber llevado el libro que te gusta para leer porque sino no hubieses podido leer tu vida, tus momentos, tus fracasos, tus triunfos. La vida es un ir y venir de todo, y también es una batalla de caminar y luchar a diario, por todo, por lo que anhelas, por recuperar lo perdido, por vivir.

Hoy venía de un lugar que no me agrada mucho, pues me deprime en demasía (no, no es el cementerio) sin embargo suele ser aquel lugar en dónde se terminan de desangrar los corazones (si es que claro a alguno aún le queda algo de el). En aquel lugar, se queda el último pedacito del corazón, de aquel amor que alguna vez unió a dos personas, y ese pedacito es suficiente para crear el odio, el rencor, el astío, la venganza. Muchos sucumben a ese pedacito y se dejan llevar. Otros dejan de lado ambos y crean otro sentimiento: la justicia, aquella que debería primar en primera instancia, aquella que también debería estar en el amor cuando las parejas se dicen. te querré siempre, no te fallaré, te apoyaré.

La justicia y el amor tienen una leve línea delgada que los separa, porque ambas necesitan de la otra para caminar correctamente.
La justicia debe caminar en todo lado, en todas partes. La justicia debe estar incluso en lo simple y en lo complicado. Debe ser importante la justicia en nuestras vidas, con ella se mueve el mundo.

Justicia para vivir, justicia para morir, incluso justicia para caminar en el transcurso a la muerte, todo debe ser justo y debemos trabajar día a día para ser personas más justas, llenas de justicia que derramen la misma por todas partes y eduquemos así a las futuras generaciones.
La justicia no es ciega, los ciegos somos nosotros que dejamos que el pedacito del corazón cambie a aspectos hostiles, cambiemos el pedacito en productividad, en positivismo, en lo que de verdad quieres mostrar de ti.