jueves, 5 de diciembre de 2013

La salida perfecta

Cada cuerpo tiene su armonía y su desarmonía.
En algunos casos la suma de armonías
puede ser casi empalagosa.
En otros el conjunto de desarmonías produce algo mejor que la belleza.

                                       Teoría de Conjuntos - Mario Benedetti


Luché contra mi misma para no enviar un mensaje de texto, sin embargo no pude contenerme. 

- Voy rumbo al centro, paso por ti?
- En cuanto tiempo vienes?
- Dame 20 minutos.
- Ok.
- Pero estás con tus amigos y si no te dejan ir?
- Estoy solo.
- Ok, entonces voy por ti.
- Ven.

Bajé del carro rápidamente y tomé un taxi, solo era 20 cuadras, pero quería llegar volando si por mi fuera. El trafico infernal hizo que demorara, atracados en Colmena, con el alboroto de los claxon. Llega un msje.: Ves, no estas?.
Señor por lo que más quiera, vuele, le pago 5 soles más, pero vuele.
- Señorita si pudiera volar ya hubiéramos llegado, relax.

 ...relax?? cómo si pudiera tener relax hoy precisamente, hoy que lo voy a conocer por fin, hoy que pondremos los ojos encima de los ojos del otro. Hoy que no existirá el facebook, los mensajes de texto, que puedan impedir ver los gestos de cada uno. Hoy, precisamente hoy, tenía que haber tráfico en Colmena. Maldita sea. 

Me inquieto, quiero comerme las uñas pero no quiero causar mala impresión -como si se pusiera a ver mis uñas- plop. Tiene razón, estoy loca.
Llego a la Plaza San Martín, bajo del taxi, una cuadra antes, no puedo soportar otros 5 minutos en el taxi por media cuadra. Me pongo a caminar rápidamente, mientras escribo un msje. de texto diciendo ya llegué dónde estás? levanto los ojos y lo veo, parado al lado del farol que se encuentra frente a la puerta del Hotel Bolívar. Me sonríe y automáticamente sin ver, cierro el celular.

Nos saludamos, mientras nos observamos detalladamente. Es más hermoso de lo que me lo había imaginado, tiene una sonrisa mágica, de galán de cine y un cabello entre cano y gris que me aloca más de lo que lo hacía por foto -cierro el puño para no ir y tocar sus cabellos-.

Hasta que por fin nos conocemos. Si, asiento yo con la cabeza. 
Me acompañarás a la fiesta? pregunto yo.
Es una fiesta de cono a cono. Estás loca.

Muero cada vez que me dice estás loca, tengo ganas de coger su mentón y besarlo apasionadamente, casi casi sin dejarlo respirar, pero me contengo.
Un señor que vende golosinas se acerca, vende caramelos. El sin chistar le da una moneda.
Amo ese gesto, y me imagino que es así cuando está en una combi, como yo intentando darle monedas a todo quien necesite comer esta noche.  

Paro el taxi, consulto, el abre la puerta y me hace subir. Me dice que te diviertas. Chau.
Casi me da un infarto, juro por Dios que pensé me embarcaría sola. Se ríe, con esa risa endiablada que amo tanto, sube y me dice: ¿qué pensabas que te iba a dejar irte sola? y vuelve a reírse con su endiablada risa. 

No, no lo pensé ni un instante, le dije. Bien que tenía el corazón en la boca, dentro del bolso, casi había salido disparado de mi ser cuando me hizo creer que no iría conmigo.
En el taxi, conversamos de todo y de nada, me miraba, yo lo miraba. Hablamos del lugar a donde íbamos, los malos recuerdos que le traía. Pero sin embargo, mírame, acompañándote a ese lugar del mal, me dijo.
Lo cual agradezco, mencioné yo.

Llegando al local de la fiesta, conversamos más, escuchamos música. Salieron sus tips de medirme: si saco a bailar a alguien no te molestas, no?

No tendría porque, salga a bailar si gusta, mencioné yo.
Medianoche y lanzaron los fuegos artificiales, debí plantarle un chape de esos que no olvidaría por días, tal vez meses para suerte mía, pero me chupé en buen cristiano. Lo miraba y miraba, mi corazón latía horriblemente, llegué a pensar que latía tanto que tal vez el lo llegaba a escuchar y sería un momento muy incómodo. Total, el conocía a una chica con la que conversaba, para mi era por fin ver al hombre que es dueño de mis sueños desde hace unos meses.

















En un momento determinado me dijo: que era real, que era como me mostraba. Que pensabas que era falsa? dije yo. No puedo ser falsa, así como me ves, así soy. Si, ya me di cuenta, eso es bueno, mencionó. Entonces me armé de valor y me lancé con todo: podría robarte un beso entonces, o podrías dármelo tu, para que veas que soy real.
Quieres un beso?, me dijo. Asentí con la cabeza. Un piquito se posó en mis labios.
Eso es un beso? Y cómo besas tu entonces? fue una respuesta.
Así, y le di el chape de mi vida, me las jugué todas, quería decirle con ese beso, cuanto me gusta, cuan sexy es, cuanto me hierve. No es un hombre, es EL hombre, me aloca, me derrite, me excita.

La noche nos llevó del beso al abrazo, a las risas, al contacto...
cuando desperté, el sueño había sido el más hermoso...era la salida perfecta.

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