jueves, 11 de septiembre de 2008

El, ella, Grisélida y la soledad


El dejó de respirar y ella sólo pudo contener el llanto. Había prometido una noche antes no perder la batalla, no dejarse vencer, pero más pudo la soledad que se llevó su último suspiro.
Perdió la batalla de nuevo, su alma destrozada yacía en el remoto rincón de grisélida, aquel mundo al cual se transportaba cada vez que la mente flaqueaba y las lágrimas caían solas de tanto contener el dolor.
El, no supo explicar que sentía por ella, no le dijo nada, solo agradeció el hecho de decirle lo que por el sentía, ella desgarrándose el corazón sólo atinaba a disfrazar con palabras alegres su dolor. No le reprochó nada, no tenía porque hacerlo, era ella la que se había enamorado de el, no el de ella, el no la había visto nunca con otros ojos que no fueran la de amigo, era ella la que había comprendido mal el mensaje, era ella la volátil soñadora, de mente efímera, de sentimientos como pompas de jabón la que se apagaba como cada burbuja, con cada palabra leída.
El nunca comprenderá cuanto significa para ella y ella jamás podrá volverlo a ver como antes, ya no habrán salidas a almorzar, ni a charlar, ni las clásicas conversaciones del chat por la noche.
No, ya no las hay, y quien diga que todo va a estar bien, que ya pasará, dice la verdad.
La pregunta es cuando, a que hora, en que día.

Ella no sabe ni siquiera a que hora, de que día cambió sus sentimientos por el, el.., no sabe cuanto lo ama ella, el no sabe que ella reza por las noches, que pide que se acabe su amor por la alcoholemia, que quiere verlo contento y feliz con el futuro que tanto anhela, con una persona que comparta su vida y su vejez.
El solo dijo que olvidara, que no habían problemas, que la amistad está intacta, que se olvide de los traumas.
Ella sólo piensa con quien conversa tan alegremente por el chat, como volverá a verle la cara, como podrá restaurar la amistad quebrada.
Escucha su voz y un nudo se le hace en la garganta, escucha su voz y su cuerpo tiembla, no por el hecho que lo ame, sino por el hecho que lo tiene tan cerca.
Ella le pidió que olvidara lo dicho, el acepto y ella con el dolor de haber perdido se marcha a casa con la sombra del olvido. Grisélida le espera al llegar a casa, cuando todos duermen y ella se levanta, dormitada y nerviosa, entra de nuevo a ese mundo, tan suyo, tan de siempre y se queda con ella hasta el amanecer, hasta que el primer rayo de luz de la mañana la levanta y cual amante furtiva, con pasos se aleja de ella y vuelve a la realidad.
El debe estar en un bar embriagando su soledad, ella pensando en el, pide que no le vaya nada mal. Ella lo espera de algún modo, de alguna forma, asi sea en su mente, el ahi esta.
Las horas pasan y ella vuelve a respirar, el aroma más profundo, el aroma de la soledad.

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